El acusado de matar a su vecino y a un guardia civil en Santovenia admite los hechos: «Se me fue de las manos»
'El Chiqui' asegura en el inicio del juicio con jurado que se celebra en Valladolid que el disparo que segó la vida al teniente coronel Pedro Alonso Casado era para «asustarle»
La Guardia Civil rinde homenaje al agente fallecido de un disparo de un atrincherado en Valladolid

«Quería asustarles. Ni matar al guardia civil ni a Dionisio. Se me va de las manos». Así lo aseguró este viernes 'El Chiqui' en el arranque del juicio por el doble crimen perpetrado en junio de 2022 en el rellano de su vivienda en Santovenia (Valladolid) en el transcurso de una fatídica jornada que arrancó con una discusión entre vecinos y en la que se le acusa, además del asesinato que reconoce de su «amigo» y del jefe de la Unidad de Intervención Especial que dirigía el dispositivo desplegado en la zona, de haber encañonado al hijo de la primera víctima y de secuestrar al novio de su hijastra durante sus más de trece horas atrincherado. El imputado niega estos dos últimos extremos, pero, «arrepentido», sí se declara «culpable» de «haber matado a esas personas». Unos hechos que dice que cometió «borracho, drogado y empastillado».
Jornada maratoniana la de este viernes en la Audiencia Provincial de Valladolid, que arrancó a las nueve y media de la mañana con la elección de los miembros del jurado y concluyó pasadas las 18.30 de la tarde con la declaración de 'El Chiqui', quien en respuesta a las preguntas de la Fiscal y su defensa narró como aquella tarde había habido una discusión entre su mujer y la de Dionisio Alonso, de 45 años, que vivía en su mismo bloque de viviendas y con el que se llevaba «muy bien». Las parejas de ambos, apuntó, habían tenido un enfrentamiento previo y ese día «se querían tirar de los pelos y conseguimos quitarlas». Tras ello, la Guardia Civil se personó en el lugar, su vecino acudió con su esposa al hospital y la familia del imputado abandonó la residencia porque «tenían miedo de estar allí». «Yo me quedé guardando la casa. Nos amenazaron de que iban a quemarla y nos iban a matar a todos». No estaba solo. El novio de su hijastra se encontraba con él y asegura que no le secuestró, que se quedó para «ayudarme» a «conservar lo poco que teníamos».
A los «cinco minutos» de aquello relata que Dionisio «pegó patadas a la puerta». Había regresado del hospital, del que se fue antes de llegar a ser atendido junto a su hijo. Agentes del instituto armado seguían en las inmediaciones cuando entró en el portal del numero 8 de la calle Alfredo Martín de la localidad vallisoletana y en una escena registrada por las cámaras de seguridad acudió al bajo en el que vivía el imputado. «Yo estaba confuso, él daba voces desde el descansillo. 'Abrid la puerta. cabrones'. Voceaba como un loco. No sabía si llevaba algo», apuntó 'El Chiqui' antes de aceptar que «abrí la puerta y disparé».
La víctima cayó al suelo y a partir de aquí ya no reconoce los hechos de los que se le acusa. La Fiscalía señala que encañonó al hijo de Dionisio, algo que este viernes negó asegurando que no llevaba más balas con las que cargar el fusil, que dice que se había «encontrado» años atrás en un descampado junto a la munición. Si confirma que lo tenía preparado cuando su vecino llegó a la casa desde el hospital. El Ministerio Público destacó que este testimonio se contradice con lo declarado en la fase de instrucción, cuando consta que había amenazado con «cargar otra vez» el arma mientras el joven salía corriendo.
Después, el imputado se encerró en el domicilio con su yerno, del que asegura que «pudo haber salido perfectamente» y con el que afirmó que hablaron de simular un secuestro para «ganar tiempo y que no tiraran la puerta», señaló respecto del que fuera novio de su hijastra, personado en la causa como víctima.
«Quería asustarles»
Comenzó un encierro que no tenía visos de un fácil solución y se movilizó a la unidad de élite de la Guardia Civil. El acusado reconoció en su declaración que les intentó «amedrentar» gritándoles que si no se iban «les iba a matar», que tenía un «cordel» en la ventana –también lo dijo, según aseguró, en una de sus llamadas al 112– y todo aquello podía explotar. Pasadas las horas apuntó que espetó: «Quitaros. Mira que pego un zambombazo». Tras ello, «disparé y di al hombre», el teniente coronel Pedro Alonso Casado, de 50 años. Su objetivo con un disparo a altura del bombín y hacia un lateral –donde estaban apostados los agentes–, asegura que era «asustarles». El tiro alcanzó la cabeza de la víctima y atravesó su casco segando su vida. Aún pasaron unas horas más, hasta que salió de su atrincheramiento, una vez le dieron metadona. Él había pedido heroína.
Su principal línea de defensa -su abogado es Agustín Martínez, conocido por representar a varios integrantes de 'La manada' de Pamplona- es la drogadicción que dice que tenía cuando ocurrieron los hechos. Esa tarde-noche asegura que había consumido « coca, heroína, pastilla y sobre todo cerveza», y alega que padece «esquizofrenia».
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