CRÍTICA DE MÚSICA
La ROSS con los jóvenes bien formados
Un concierto dedicado a los talentos más recientes, provenientes de Juventudes Musicales de Sevilla y la Asociación de Fagotistas y Oboístas de España.

Concierto Extraordinario
Concierto de Juventudes Musicales de Sevilla y la Asociación de Fagotistas y Oboístas de España
- Programa: Obras de Haydn, Mozart, Rodrigo y Wagner.
- Intérpretes: Alejandro Fernández (violonchelo), Ana Gavilán Quero (oboe) y Álvaro Toscano (guitarra). Real Orquesta Sinfónica de Sevilla.
- Director: David Fernández Caravaca. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: 23/05/2024.
Salía la ROSS por un día, una ocasión, para dedicar su tiempo a los jóvenes talentos emergentes, bien para acompañarlos o para dejarse dirigir. Es muy importante este aspecto, porque los está introduciendo en un mundo profesional o, al menos, les está proporcionando la oportunidad, y de ellos dependerá su aprovechamiento.
Sabemos que Juventudes Musicales de Sevilla ya estaba cuando aquí prácticamente no había nadie que ofreciera música de manera regular, y aquí lo hacían ellos aprovechando a aquellos jóvenes que buscaban la excelencia, que con dichos conciertos se beneficiaban al darse a conocer y los aficionados que disfrutaban de unos chavales que muchos terminando siendo profesionales o directamente estrellas. Pues bien, desde hace dos años tienen un convenio con la ROSS para dedicarles un concierto, en los que se daría la oportunidad a dos solistas. Pero a la vez tenían un convenio con el concurso de la Asociación de Fagotistas y Oboístas de España, que a su vez entre los premios otorgados al ganador estaba la oportunidad de tocar con la ROSS; y como también son jóvenes, pues han decidido unificar ambos acuerdos. En el caso de JJMM, se les hace un seguimiento a los jóvenes durante todo un año y a la AFOE el mérito es ganar el concurso. Se hacen propuestas de candidatos en JJMM y la ROSS debe hacer saber la fecha que mejor encaja dentro de su programación y con qué efectivos cuenta, como en este caso, que ha podido ser una orquesta clásica (en cuanto a tamaño, aunque puedan tocar desde Mozart hasta Wagner).
La idea es magnífica y el resultado estaba a la vista. Por cierto, lo especial del concierto también permitió que la gente de balcón, terraza y paraíso ocupasen localidades vacías en patio imaginamos que para que los chavales encontrasen el calor de público más cerca.
Abría la terna Ana Gavilán Quero, ganadora del V Concurso Nacional de AFOES, cordobesa de nacimiento, aunque estudió en el conservatorio de Lucena (Córdoba), y más tarde con el oboísta principal de la Orquesta Ciudad de Granada, pasando por la OJA, JONDE, Academia Barenboim-Said de Sevilla, etc. Estos son los detalles que nos interesan siempre, pero máxime cuando podemos comprobar una vez más que OJA y Barenboim-Said son lugares de encuentro o de paso de futuros solistas internacionales.
Sólo al empezar a oírla, la emoción se hacía evidente ante la concentración de una formación como la referida y de unos jóvenes que suponen el néctar concentrado de perfumadas flores sabiamente polinizadas. Pero, miren por dónde, oímos primero a la orquesta y la sorpresa fue mayor por lo inesperada. Queremos decir que no creíamos que la ROSS tocando clasicismo y a manos del joven David Fernández, cordobés también, pudiera ofrecernos una interpretación precisa, segura y sobre todo, respetuosa con el estilo y no digamos con el delicado instrumento de viento, al que no llegaron a tapar -ni siquiera hacer sombra- en ningún momento.
En realidad, el Concierto para oboe y orquesta, en Do mayor, K.314 estaba escrito para la flauta, pero las diferencias con el de oboe eran mínimas, y más bien adaptadas a cada instrumento. Tras una larga introducción, la oboísta preparó la entrada triunfal mediante un adorno que llevaba a una escala ascendente, manteniéndose en una nota aguda durante 4 compases, dejando sonar una nota larga hasta lo imposible para después terminar la frase con un dibujo descendente y alcanzar al fin la respiración. Nos quiere decir esto que no sólo el intérprete debe tener una gran musicalidad, sino también que está sustentada en una técnica firme que permite realizar todos los matices necesarios para cautivarnos: ya sabemos que ese era uno de los recursos preferidos de Mozart y el premio es disfrutarlo sin que pensemos que la oboísta se nos va a ahogar.

En el segundo movimiento diríamos que la delicadeza se extremó aún más, y sin embargo también la técnica se conchabó con la expresividad de la joven y pudimos oírle un pequeño motivo que iba secuenciándose (repetido a diferentes alturas) hasta diríamos recorrer buen parte de la tesitura, de grave a agudo. El milagro está en hacerlo sin que parezca que es difícil. Por fin, en el último movimiento fue el oboe quien empezaba las melodías y la orquesta las copiaba, todo lleno de una ternura borboteante entre extensas gamas dinámicas. Por cierto, todo el concierto nos lo ofreció de memoria.
El Concierto de Aranjuez de Rodrigo hace tiempo que no lo oíamos en directo, tal vez porque esté denostado por esa 'inteligentsia' que huye de la belleza porque le debe parecer muy fea. Sin embargo, es una obra que puede devorar al intérprete. Es muy popular, así que cuando se toca parece que el solista debe estar obligado a hacer cosas distintas, como remarcar aquellos pasajes que le parezcan más anodinos. Toscano puede que haga esto en ciertas ocasiones, aparte de que la articulación, aunque clara, se oscurecía, sobre todo en algunas escalas, notas muy altas. El concierto también requiere pasajes muy rápidos que en principio se oían y luego se ensombrecían. Los rasgueos podrían mejorar también, sin necesidad de que terminen en un golpe.
En obras como el 'Concierto de Aranjuez', vinculadas al nacionalismo, el proceso suele progresar desde el pueblo llano a las partituras del compositor clásico. Rodrigo tomó de muchas fuentes, tanto nuestros vihuelistas del siglo XVI, como de la música popular y cortesana del XVIII o incluso del flamenco. Esta última interpretación parece que no le gustó mucho al maestro a partir de la versión de Paco de Lucía. Él representaba la obra ya facturada y luego devuelta a su origen popular (en cuanto a la vuelta al flamenco). Sin embargo, a Rodrigo le gustaba la clásica; pues a ello, pero manteniendo una direccionalidad, un progreso, un camino.
La orquesta se hizo presente en varias participaciones de solistas, aunque sin duda la más característica fue Sarah Bishop, corno inglés, en su introducción al segundo movimiento del concierto; pero también la intervención del chelo de Luiza Nancu, entre otros. Sin embargo, el rasgueo tampoco quedó muy claro orquestalmente, y además la orquesta tiene muchos momentos en que algunos instrumentos o secciones se quedan solas, al decubierto.
A pesar de su juventud, Alejandro Gómez, decidió jugárselo todo a una obra ya tremenda para los profesionales, y no digamos para estos chavales: el 'Concierto para violonchelo y orquesta nº 2' en Re mayor de Haydn. Más complejo en todo que el nº 1, estaba claro que Gómez no quería pasar desapercibido y prefirió triunfar o morir. Y triunfó. Embelesa desde el principio por un sonido extraordinario, atractivo, cálido. Una de las mayores dificultades que tiene la obra es que con frecuencia, y sobre todo en el último movimiento, se toca muy abajo, muy agudo, lo que requiere una técnica de cejilla consumada para no desafinar, pero es que se llega a sobrepasar el batedor, es decir, se toca sobre la cuerda pelada, en armónico.
Otro aspecto es el de la uniformidad de su sonido, de manera que los cambios de cuerda no se notaran, y no sólo por las mismas cuerdas sino por la precaución de procurar que no se notase el paso de una a otra. Pero es que luego tiene el concierto en la cabeza y por eso fluye con suavidad y en la dirección correcta, sin interrupciones.
Por último, 'El idilio de Sigfrido' de Wagner se eligió para lucimiento de David Fernández. Hemos hablado de él, es sorprendente que pueda defender una obra que, aunque de 'circunstancias', sin embargo no deja de ser Wagner, y ahí hubo de todo. Nos quedamos sobre todo con su Mozart y si nos permite un consejo: tiene buenas maneras, pero debe depurar sus movimientos, sobre todo los lentos, que podría reducirlos a la mínima expresión (distrae mucho un tiempo lento, aunque sea / sobre todo subdividido) y distraerse con ese movimiento de brazo. Aunque si ha sido capaz de dirigir así Mozart, es que puede con todo.
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