SIN ACRITUD
Los impuestos, esa cruz
El paro baja, sí; pero la precariedad salarial –en buena parte por culpa de los impuestos– empieza a ser asfixiante
La precariedad laboral fue la que acabó con la vida de Mario Postigo. Ya saben, todos los días hasta altas horas de la madrugada trabajando en una discoteca. Su mujer, con horario diurno en Galerías Preciados. Imposible conciliar. Y María, harta de mojarse las ganas ...
Artículo solo para suscriptores
Si ya estás suscrito, inicia sesión
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete