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Hallan un trozo de un dedo amputado en una cafetería de Pontevedra y consiguen identificar a su dueño: «Pensábamos que era una uva»

Una camarera se encontró con el hallazgo cuando estaba limpiando el establecimiento. El hombre perdió la falange en un accidente laboral

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Un coche de la Policía Local en una imagen de archivo abc

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Se suponía que iba a ser una jornada laboral tranquila para una camarera de una cafetería en Redondela (Pontevedra), pero a veces en la vida la realidad supera la ficción. Cuando se encontraba limpiando una de las mesas del establecimiento esta trabajadora se encontró el pasado lunes 29 de abril con un trozo de un dedo amputado, estaba envuelto en una servilleta tirada en el suelo.

Tal fue su sorpresa que la cafetería llamó a la Policía para poder aclarar qué hacía allí un trozo de una falange que le pertenecía a alguien. «Pensaban que era una uva y al final resulta que era un trozo de dedo», contó a la Televisión Gallega (TVG) el dueño del local, Juan Figueirido. Los agentes se llevaron el dedo a dependencias policíales para poder cotejar la huella dactilar con la base de datos para ayudar a identificar a quién pertenecía.

Los primeros indicios que se manejaban era la de un ajuste de cuentas que habría desembocado en este suceso rocambolesco, sin embargo cuando llegaron las pruebas de la huella se identificó que el dedo era de un vecino que vivía próximo a la zona donde se encontró la falange.

Este hombre perdió el dedo en un accidente laboral un par de días antes y se fue al hospital donde le tuvieron que operar de urgencia para amputarle el dedo. Según ha contado su mujer, Isolina Ramos, en TVG, se había metido el dedo envuelto en una servilleta en el bolsillo de la chaqueta, se fue al bar a tomar algo, y en un despiste se le debió caer al suelo de la cafetería.

Días después de ser dado de alta, la Policía lo llamó preguntándole si había perdido un dedo y que lo acababan de encontrar en una cafetería. Isolina explicó que bromearon con enmarcar el dedo porque su marido tiene bonitas manos y que por eso se lo guardó. No se dio cuenta de que no tenía el dedo en el abrigo hasta que recibió la llamada de la Policía varios días después.

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