Fosforito, el legado gigante del último 'Premio Nobel' del cante
El Instituto Cervantes recibió este martes una réplica de la Llave de Oro del cantaor de Puente Genil, figura clave de la historia del flamenco desde hace más de setenta años
Entre la tradición y la revolución: se presenta la fundación para preservar el legado de Enrique Morente

Hace setenta años, Antonio Fernández Díaz (Puente Genil, 1932) ya sentaba cátedra en el flamenco. Incluso el célebre antropólogo y conocido folclorista Deben Bhattacharya viajó con su descomunal magnetófono desde la India hasta la localidad cordobesa, en 1955, para grabar al joven cantaor del que todo el mundo hablaba en aquella comarca. Y allí, en la plaza de su pueblo, registró una soleá, varias serranas, unas cantiñas y unas alegrías que, un año después, fueron publicados en Inglaterra.
Aunque solo tenía 23 años, a Fosforito, como se le conoce desde mediados del siglo XX, le avalaba ya una intensa y larga trayectoria profesional, cuyo legado como una de las figuras más grandes de la historia del flamenco depositó ayer en el Instituto Cervantes, apenas dos meses después de que se hiciera lo propio con el de su compañero y amigo Enrique Morente, de manera póstuma. «Mi corazón ya no está para estas sorpresones», comentó el artista, en presencia de su familia, de la secretaria general de la institución, Carmen Noguero, y el director del Instituto Cervantes de Palermo, Juan Carlos Reche, entre otras personalidades.
«Que la catedral de las letras haya abierto su corazón a este viejo cantaor, después de hacerlo para Morente y Carmen Linares hace poco, es un honor y un hito histórico. Hasta ahora no habían pensado que el flamenco existe y que es una música importante que forma parte de nuestra sangre», comentaba Fosforito a ABC, tras depositar en el cajetín 1090 de la cámara acorazada del Instituto Cervantes una réplica del Llave de Oro del Cante, algo así como el 'Premio Nobel' del flamenco, que recibió en 2005.
Una distinción que solo han logrado cuatro cantaores antes que él desde mediados del siglo XIX: Tomás el Nitri (1868), Manuel Vallejo (1926), Antonio Mairena (1962) y Camarón de la Isla (2000). Junto a este objeto tan representativo el artista cordobés ha entregado un libro para popularizar el flamenco entre los más pequeños, titulado 'Fosforito, un genio musical', de Álvaro de la Fuente Espejo, y un cedé con cantes diversos interpretado junto a Paco de Lucía y un pequeño libreto con poemas de Antonio Murciano. Por deseo del homenajeado –que definía hoy este arte como «ese volcán que te explota en la garganta y le canta con el corazón dolorido»–, la caja no se abrirá hasta dentro de 100 años.
Concurso de Córdoba de 1956
Fosforito ha tenido un recuerdo también para gigantes como Federico García Lorca, María Zambrano y el maestro Manolo Caracol. A este último, fallecido en 1973, lo trató como a un amigo, al igual que a las figuras más importantes del flamenco del siglo pasado, como Manuel Vallejo, Antonio Mairena, La Niña de los Peines o Paco de Lucía. Con el guitarrista, de hecho, grabó una antología imprescindible. Su salto a la fama, sin embargo, llegó mucho antes, tras arrasar en el mítico Concurso de Córdoba de 1956, continuación del organizado en Granada por Lorca y Manuel de Falla en 1922.
Nadie se pudo imaginar entonces, pues se había retirado del cante poco antes por una afección en la garganta que le hizo perder la voz, que aquel joven de Puente Genil iba a tocar el cielo del flamenco tan rápido. Se presentó al certamen por sorpresa y arrasó en todas las categorías, adoptando allí mismo su apodo definitivo de Fosforito con el que pronto comenzó a reinar, junto a Mairena, en el cartel de todos los festivales posteriores. Aquel desconocido se convirtió en un mito, firmó por Philips, inició su larga discografía e impuso una forma de cantar muy diferente, más dura, áspera, rítmica y viva, de la que estaba de moda anteriormente.
En 1998, además, la Junta de Andalucía le concedió el primero de los premios Pastora Pavón, máximo galardón institucional para reconocer a los más destacados profesionales del flamenco que engrandecieron la cultura andaluza.
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