Los 'halcones' del Gobierno de Netanyahu presionan para aplastar Rafah
Las tensiones reflejan la división en el Ejecutivo entre los centristas y la línea dura ultraortodoxa
Biden lamenta que ya se esté olvidando que Hamás empezó la guerra

Los intentos para frenar a Benjamin Netanyahu en su estrategia de entrar en Rafah no han dado sus frutos. Estados Unidos, la Unión Europea y miembros de su propio Gobierno intentaron parar el ataque sobre la ciudad del sur de Gaza. Sin embargo, el Ejército israelí bombardeó ayer la zona sur a la espera de una posible incursión terrestre mayor y cuando se están celebrando unas negociaciones en El Cairo para alcanzar una tregua. Un día antes, tanques israelíes tomaron el control del lado palestino del paso fronterizo entre Egipto y la ciudad de Rafah, principal punto de entrada de la ayuda humanitaria al enclave palestino. Netanyahu enfrenta presiones contrapuestas dentro y fuera del país cuando sopesa hasta dónde llevar la operación para derrotar a Hamás.
De un lado, los críticos del primer ministro consideran su decisión sobre Rafah como una estrategia para apaciguar a sus socios de extrema derecha (Sionismo Religioso, Shah y Judaísmo Unido de la Torah).
De otro, exigen que el Gobierno y las Fuerzas de Defensa de Israel sigan adelante con la operación de Rafah contra las restantes formaciones de Hamás que resisten alrededor de la ciudad. «Aplaudimos al Gobierno israelí y a las FDI por entrar en Rafah», dijo Mirit Hoffman, portavoz de Madres de Soldados de las FDI, un grupo que representa a familias de personal militar en servicio, que quiere una línea dura para presionar a Hamás para que se rinda.
Netanyahu depende de los dos miembros de línea dura del bloque religioso nacionalista, el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, y el de Seguridad, Itamar Ben-Gvir, quienes rechazan cualquier sugerencia de compromiso con la milicia palestina. Tanto Ben-Gvir como Smotrich forman parte la coalición de Gobierno que Netanyahu logró formar para seguir en el poder y representan a las facciones más ultraortodoxas de la sociedad israelí, convirtiéndose en los políticos más extremistas.

Ambos se han enfrentado repetidamente con Benny Gantz, el exgeneral centrista del Ejército que se unió al gabinete de emergencia a raíz del 7 de octubre y que es el principal candidato para reemplazar a Netanyahu después de nuevas elecciones. Gantz ha mostrado en múltiples ocasiones su animadversión con Hamás, pero ha mostrado su alarma por el deterioro de las relaciones con Estados Unidos. Las presiones opuestas reflejan las divisiones en el gabinete de Netanyahu entre ministros centristas preocupados por los desencuentros con Washington, el aliado y proveedor de armas más vital de Israel, y los nacionalistas religiosos de línea dura decididos a expulsar a Hamás de la franja de Gaza.
Supervivencia política
Y en medio de todo, está la lucha del primer ministro para que la opinión pública lo vea como el salvador del país. A pesar de su imagen de halcón en materia de seguridad, Netanyahu, el primer ministro con más años de servicio en Israel, ha luchado contra la percepción generalizada de que él era el culpable de los fallos de seguridad que permitieron a Hamás abrumar las defensas de Israel alrededor de Gaza. Una encuesta publicada ayer para el Canal 13 sugirió que el 56% de los israelíes pensaba que la principal consideración de Netanyahu para entrar en Rafah era su propia supervivencia política, frente a sólo el 30% que pensaba que era la liberación de los rehenes.
Mientras, la situación en Rafah llega a ser «catastrófica», según las organizaciones internacionales que trabajan en terreno. «Rafah se ha convertido en un sitio muy concurrido donde las personas que han venido hasta aquí pensaban que estaban en un lugar seguro», explicaba por vía telemática Ghada Alhadda, de Oxfam. Más de un millón de palestinos han buscado refugio en este enclave. Por eso, desde Médicos del Mundo, Helena Ranchal denunciaba que «no es una zona humanitaria. No hay lugar seguro aquí»,.
Israel ha amenazado con un gran asalto contra Rafah para derrotar a miles de combatientes de Hamás que, según dice, están escondidos allí. Pero la ciudad es también un refugio para cientos de miles de palestinos que han huido de los combates más al norte del enclave. Se han hacinado en campamentos de tiendas de campaña y refugios improvisados, sufriendo escasez de alimentos, agua y medicinas.
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