Editorial
España no puede ignorar los tambores de guerra
Alemania ha comenzado una transformación sustantiva en su ejército que da cuenta del riesgo creciente en la frontera oriental del territorio OTAN
Las señales que llegan del norte de Europa sobre el cambio radical en la cultura de Defensa que se está operando en Alemania y los países escandinavos, reformando sus fuerzas armadas, aumentando el gasto en Defensa y preparando a su población para algún tipo de servicio militar o protección civil de carácter voluntario, no pueden seguir siendo ignoradas en España. Justamente ayer, nuestro ministro de Asuntos Exteriores equiparaba los conflictos de Ucrania y Gaza, cuando ambos desafíos tienen muy distinto calado para nuestro país. La invasión rusa, quiéralo o no el ministro, ha dado lugar a una guerra europea, aunque la nación agredida esté fuera de la Unión y de la OTAN. Como advierten numerosos analistas, si Europa no es capaz de restablecer en el corto plazo una disuasión militar eficaz, Vladímir Putin rediseñará la geografía política del continente a su antojo.
Ayer, el dictador ruso respondió al anuncio del presidente francés y del ministro de Exteriores británico de que consideran la posibilidad de enviar tropas a Ucrania con unas maniobras nucleares con armas no estratégicas que resultan un órdago a la grande. España no puede seguir pensando que a las guerras se va con buenos sentimientos y no con armas y pertrechos, o que Europa sólo está para proporcionarnos ayuda y no para exigirnos sacrificios, sobre todo cuando el continente enfrenta amenazas de carácter existencial. El Gobierno no puede seguir pensando que hablar de guerra es impopular, como reveló Donald Tusk que le había dicho Pedro Sánchez, porque esa es la irresponsable política del avestruz.
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