El BNG 'desahucia' al PSOE en el Parlamento de Galicia
Ambos grupos abordan este lunes el intercambio de dependencias en el Pazo do Hórreo. El Bloque impone su preponderancia y fuerza a los socialistas a mudarse a un espacio más pequeño
El BNG amnistía a los socialistas con un puesto en la Mesa

El PSOE gallego se traga este lunes en el Parlamento el mayor sapo desde su batacazo electoral del 18 de febrero. Si ya le tocó a los socialistas obtener del BNG un puesto en la Mesa, y asumir que se le detraerá una de cada una de las modalidades de intervención en los plenos, a favor del Grupo Mixto, mucho más doloroso y simbólico resulta ceder a los nacionalistas el espacio que venían ocupando históricamente en el Pazo do Hórreo, como confirmaron a ABC fuentes parlamentarias. A este diario le consta que en el Grupo Socialista está resultando complicado asimilar el mal trago de mudarse. No por el engorro de moverlo todo a otras dependencias, sino por lo que representa de asunción de que el Bloque es ahora mismo la otra cara de una suerte de bipartidismo, el verdadero antagonista del PP; con ellos en un rol residual.
El cambio de espacios era el movimiento lógico. El Grupo Socialista, con sus nueve diputados, cinco menos que en la anterior legislatura, seguía ocupando unas instalaciones con 348 m2 de superficie, como en la época de Emilio Pérez Touriño. Entonces tenía 25, los mismos que suma ahora el BNG, que consideraba que, con seis integrantes más en el grupo, se le quedaban pequeños sus 298 m2. Entre el descalabro de unos y el auge de otros, los nacionalistas casi triplican en actas a los del puño y la rosa. La relación de fuerzas se ha alterado de forma drástica.
También era el movimiento esperado, el que se daba por descontado, por más que se haya dilatado en el tiempo –mes y medio ha transcurrido desde la sesión constitutiva de la XII legislatura y algo menos desde la constitución de los grupos–. El presidente del Parlamento, Miguel Santalices, ya había tanteado a nacionalistas y socialistas semanas atrás. El PSdeG, no obstante, estaba inmerso en el proceso para cerrar formalmente el relevo de Valentín González Formoso por Besteiro. Y hay que sumar el sobresalto del amago de dimisión de su líder nacional, Pedro Sánchez. El BNG tuvo tiempo de presentar su «gobierno en la sombra».
Sea como fuere, la premisa de Santalices, y así lo trasladó a los grupos, siempre fue la de evitar obras y el consiguiente gasto de recursos públicos, en la medida de lo posible. Esto descartaba alternativas como una expansión de las dependencias del Bloque, que habría permitido conservar sus cuarteles a los socialistas. El Grupo Popular respaldaba esta tesis, la de «una ocupación racional» y «proporcional» de los espacios «de los que dispone esta casa, que son más que suficientes». Todos los caminos llevaban a la mudanza. El propio Santalices comunicó hace unos días a los respectivos portavoces, Gómez Besteiro y Ana Pontón, que se procedería al intercambio de espacios, y se activó un proceso que este lunes se plasma en el trasvase de instalaciones.
Para la Presidencia del Parlamento, debían primar la racionalidad en el gasto y el sentido común. Atendiendo a un criterio de proporcionalidad, lo más coherente es que los frentistas ocupen el espacio más amplio, y viceversa. Sin necesidad de acometer gastos innecesarios. No será el único movimiento. Según pudo saber este diario, el Grupo Popular ganará una sala de reuniones, ocupando el espacio que ha venido empleando, provisionalmente, Armando Ojea, único diputado de Democracia Ourensana (Mixto); quien, a su vez, se desplazará unos metros más allá.
Silencio de los grupos
Bloque y PSdeG han sido muy poco locuaces durante estas semanas a propósito de la ocupación de espacios. Salvedad hecha de la comparecencia de Elena Espinosa, tras una reunión de la Junta de Portavoces, en la que detalló las ideas que les había trasladado Santalices. El BNG ya había hecho pública su necesidad de más espacio. Así lo reconoció la viceportavoz Olalla Rodil a preguntas de los medios semanas atrás, en el arranque de la legislatura. Se limitó a apuntar que habían trasladado a Santalices la necesidad de mayor amplitud para dar cabida a las actividades de sus diputados. Llegaron incluso a plantear la incorporación de la sala que emplean para sus ruedas de prensa. Pero esto obligaba a acometer reformas. A partir de ahí, al Bloque no le interesó armar ruido. Preguntados unos y otros el viernes, evitaron pronunciarse.
Nada que ver con la tesitura en la que se ven los socialistas, a los que está costando sobremanera adecuarse a su nueva realidad. Que no es sino el reflejo de lo que representan ahora mismo en el tablero político gallego. Ya se soliviantaron al perder una cierta presencia en los órdenes del día de los plenos; por más que desde el Grupo Popular se les recordase que estaban siendo «generosos», y permitiendo que gozaran de una representatividad más allá de lo que les otorga su número de actas. Con la que, por cierto, registraron una petición con un portavoz y tres suplentes, igual que los dos grupos más numerosos.
Pero el 'desahucio' entra en un terreno simbólico que hace mella en el orgullo. El BNG no ha dejado de recordar, de palabra, que son la única alternativa real al PP. Y visualmente también han jugado sus cartas, como en la sesión constitutiva, cuando mediaba un vacío entre el bloque de los nacionalistas y los diputados del Grupo Socialista que transmitía una sensación de preponderancia aún mayor. Mucho más fácil de digerir, en todo caso, que una mudanza. Algo así como el final de una era. Un trance que obliga al PSOE a asumir, físicamente, que vive sus horas más bajas ante un Bloque crecido. Que ahora hace valer su posición reforzada en la cúspide de la oposición.
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