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El arzobispo de Toledo propone hacer el primer Sínodo Diocesano del siglo XXI

El último que celebró la Archidiócesis toledana tuvo lugar en 1991 impulsado por el cardenal Marcelo González Mártín

El sínodo se abre a discutir el celibato y el diaconado femenino

Imagen de hace 30 años de la clausura del Sínodo por el cardenal Marcelo González ABC
Antonio González Jerez

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Ya han pasado unos 33 años desde que el cardenal Marcelo González Martín concluyera el último Sínodo Diocesano celebrado en Toledo, en el que se recogieron los trabajos y tareas desarrolladas durante cinco años por los grupos parroquiales y sinodales. Ahora, el actual arzobispo de Toledo, Francisco Cerro Chaves, se pregunta en un escrito de hace unos días si «¿es necesario en estos momentos un Sínodo Diocesano?», y ofrece las razones para llevarlo a cabo «después de tres episcopados en los que no se realizó ningún Sínodo, que es el instrumento de colegialidad, comunión y de ejercer el misterio de corresponsabilidad más eficaz que tiene el Obispo junto a la visita pastoral, ¿no es el momento?». Sería, por tanto, el primero que se celebrase en este siglo XXI.

Añade el arzobispo que se ha vivido una pandemia «que nos ha hecho pasar de una época en cambio a un cambio de época, con tantos cambios donde, quizás todavía no somos conscientes de lo que ha influido la pandemia en nuestra sociedad, en nuestros niños, en nuestros jóvenes, en nuestras familias. También lo que nos está costando el recuperar la «normalidad» en nuestras parroquias y en nuestras comunidades y grupos».

Continúa el escrito de Cerro Chaves destacando que «sería el primer Sínodo de Toledo del siglo XXI, tenemos una sociedad que vive en estos momentos, en palabras del Papa Francisco, una tercera guerra mundial por etapas: Ucrania, Sudán, Israel… que está dejando heridas en la humanidad, que no será nada fácil el curar la falta de esperanza. Recuperar el ser buena noticia para los sufrientes, para los pobres totales, que ha llamado el último Sínodo de Roma con el Papa Francisco».

«Si añadimos la situación de una España en crisis, con culturas emergentes, con retos que son nuevos y que la Iglesia tiene que dar respuestas a este mundo al cual tenemos más que nunca anunciar a Jesucristo como Redentor de cada hombre y mujer, en medio de tantas tensiones como se viven hoy. Necesitamos una Iglesia diocesana más misionera sin complejos, que anuncie a Cristo muerto y resucitado, que vive para que tengamos vida».

Para este objetivo, el arzobispo pide tres cosas. La primera es que «lo acojáis con esperanza y alegría. A todos, porque es el instrumento que tiene la archidiócesis de convocar, para caminar juntos con alegría, a sacerdotes, vida consagrada y laicos. Después de estos tres años de preparación, creo que estamos dispuestos para vivir esta experiencia que no es para cambiar el evangelio, ni la doctrina de la Iglesia, ni la moral, sino para ver cómo podemos ser más fecundos evangelizando. Los Sínodos son siempre una vivencia de comunión para una pastoral más misionera y evangelizadora».

En segundo lugar, Cerro Chaves solicita «orad por el Sínodo y en el Sínodo. Pido a todo el pueblo de Dios que ore por el fruto, y especialmente a los monasterios de clausura. Si conseguimos que en todas las parroquias existan grupos sinodales donde se ore, se forme en los grandes temas cristianos y participemos juntos en busca de mas fecundidad, será un auténtico fruto».

Implicación de todos

Y añade que «no queremos que sea un Sínodo Diocesano en que se habla de todo y sin unos objetivos claros y precisos. Queremos que toda la Iglesia que camina en Toledo nos tomemos en serio la vocación bautismal a la santidad y evangelicemos sin complejos y con pasión los retos que tenemos para que miremos a Jesucristo «que es lo mejor de la vida» y que no nos podemos perder por nada del mundo».

Por último, reclama «la participación de todos. Me decía una señora mayor de las Hurdes, cuando convoqué el Sínodo Diocesano de Coria-Cáceres: «Nadie hasta ahora me había convocado y preguntado sobre la Iglesia, las necesidades de mi parroquia y sobre el mundo rural donde yo vivo y qué puedo aportar y podemos hacer para anunciar a Jesús aquí». No tenemos que tener miedo a la sinodalidad, que está en toda la tradición de la Iglesia y que, concretamente, en la archidiócesis de Toledo se ha caracterizado por ser la sede de los concilios y de los sínodos, que han marcado la historia de España».

«Encomendamos a la Madre de Dios y a todos los Santos, especialmente a san Ildefonso y santa Leocadia, al beato cardenal Sancha intercedan para que nuestro Sínodo Diocesano camine por buen camino, para vivir el Evangelio con toda su sencillez y radicalidad».

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