TRIBUNA ABIERTA
El miedo al fracaso, un cáncer para la innovación
«Del error aprendemos, aprendiendo mejoramos y mejorando llegamos a la excelencia»

El miedo a cometer errores es un obstáculo significativo para la innovación dentro de las organizaciones. Más allá de los hitos logrados, el verdadero valor de un proyecto, un equipo o una organización radica en la experiencia adquirida y el aprendizaje generado, especialmente a través de la innovación implementada. Como profesionales y como organización, es crucial comprender que el error es una parte integral del proceso de innovación. Del error aprendemos, aprendiendo mejoramos y mejorando llegamos a la excelencia.
Todo proceso de innovación implica intentar, experimentar, probar, equivocarse, aprender, pivotar, intentarlo de nuevo, volver a testar y continuar así hasta alcanzar el objetivo deseado. Es fundamental mantener este flujo continuo para el éxito de cualquier iniciativa innovadora, tal como afirmó Picasso: «Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando».
Disrupción coherente y aprendizaje
En cualquier campo o aspecto de la vida, la creación de valor implica inevitablemente la implementación de la metodología de prueba y error. Este enfoque cobra una importancia aún mayor en los procesos de innovación. A veces, se requiere una actitud disruptiva, mientras que, en otras ocasiones, es necesario adoptar un enfoque más conservador. Sin embargo, en todo momento, es fundamental mantener una mentalidad innovadora y positiva.
A lo largo de los años, tanto la organización en su conjunto como cada individuo que forma parte de ella, desde la alta dirección hasta los empleados de base, adquieren valiosas lecciones de los errores cometidos y las experiencias vividas.
Una capacidad de aprender y de adaptarse que fortalece tanto a la organización como al profesional ante futuros obstáculos y adversidades. Ese efecto experiencia pasa a formar, para siempre, parte del ADN de la empresa otorgándole una mayor capacidad de resiliencia y de generación de innovación. Dichas lecciones son «petróleo», enriquecen el know how, de la empresa. Un capital de máximo valor para la organización.
Es importante distinguir entre una actitud de innovación disruptiva y un comportamiento temerario o «kamikaze». En esta línea enfatizo la importancia actuar con, lo que yo denomino, mentalidad de «disrupción coherente», que implica impulsar innovaciones, cambios y transformaciones significativos alineados con la visión, la misión y los valores de la empresa, manteniendo la coherencia con su cultura organizacional.
Valor medible, tangible y monetizable
No se puede innovar de cualquier manera. La innovación no debe ser caótica ni improvisada. Es vital actuar de manera planificada y poner foco en la propuesta de valor para el cliente y el usuario. Innovar implica generar un valor que sea medible, tangible y monetizable. Especialmente en un escenario tan competitivo, turbulento y dinámico como el que acontece, al que denominan entorno VUCA (del inglés Volatility, Uncertainty, Complexity and Ambiguity).
Si bien, ni toda innovación es tecnológica, ni toda tecnología es innovadora, es innegable que la creciente digitalización ofrece un amplio campo para innovar, en cualquier sector, utilizando tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial, el big bata, el blockchain, la robótica, el internet de las cosas, la realidad virtual, la nanotecnología, la impresión 3D o la computación cuántica, entre otras.
Valentía y compañerismo
Este camino hacia la innovación requiere valentía, colaboración y generosidad por parte de todos los miembros de la organización. Es clave un estilo de liderazgo que; si requiere toneladas de talento, todavía más de talante.
Tanto para la alta dirección como para el resto del equipo, es esencial que los errores no se perciban como fracasos, sino como parte del proceso de exploración y búsqueda de nuevas oportunidades. Fomentar una cultura donde el «learnability» y la proactividad sean valorados es esencial para la evolución y supervivencia de la empresa.
Liderazgo empoderador para innovar
Asumir riesgos y gestionar el miedo son aspectos clave a la hora de impulsar nuevas iniciativas. El error no debe ser castigado, sino visto como una fuente de aprendizaje y crecimiento. Postulo enérgicamente, hasta el punto de haberlo tenido escrito en la pared de mi despacho, que proponer ideas y mejoras no tiene pena, todo lo contrario, debe estar premiado. Uno de los grandes innovadores de actualidad, Bill Gates, lo tiene claro, aseverando que está bien celebrar el éxito, pero que es más importante prestar atención a las lecciones del fracaso.
En resumen, es fundamental evitar el miedo al fracaso. El miedo es una de las peores pandemias a las que se enfrentan las empresas y los profesionales de hoy. Es un cáncer que genera desconfianza en las personas, reduce su creatividad y, por tanto, su capacidad de innovar e intra-emprender. Una patología que, si no se trata su metástasis deriva en una parálisis de la organización, una obsolescencia, en una fuga del talento y, por ende, en una pérdida de competitividad. Abocándola a un fracaso seguro.
El estilo de liderazgo debe fomentar un ambiente de confianza y de motivación que precipite la innovación proactiva sin miedo al fracaso. No olvidemos que la innovación no es cuestión de dinero, sino de personas, de cómo las dirijas. Y que el activo más importante de una organización es el capital humano, las personas. No las pierdas. Empodera su autoestima, su confianza y su potencial creativo e innovador.
Manuel Bonillaes director corporativo de innovación Grupo AB Living & SHA Wellness Clinic, profesor y speaker
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