Rueda marca distancias de fondo y forma con la etapa de Feijóo
El presidente de la Xunta, que toma hoy posesión, afina su estilo propio poco a poco y se desmarca, sin rupturas abruptas, de la alargada sombra de su antecesor

Alfonso Rueda toma hoy posesión como presidente de la Xunta en un acto institucional para el que estará arropado por la plana mayor de Génova -además de Alberto Núñez Feijóo, Cuca Gamarra y Miguel Tellado- y barones del PP -Alfonso Fernández Mañueco, Jorge Azcón y Fernando López Miras-. Es lo único que seguirá el guión habitual, porque en el resto de detalles habrá cambios respecto al pasado más inmediato. En lugar de jurar el cargo en el Parlamento y celebrarlo en la Plaza del Obradoiro, con los tradicionales gaiteiros, Rueda centrará los fastos en los compostelanos jardines de San Domingos de Bonaval, un enclave que no se utilizaba para estos fines desde la época de Gerardo Fernández Albor, en los ochenta.
Se espera un millar de asistentes. El Gobierno envía a la toma de posesión al ministro de Transportes, Óscar Puente, en una elección que se puede interpretar en forma de provocación a la Xunta, enquistada como está desde hace años la implantación de la Alta Velocidad en Galicia. Rueda marca distancias, poco a poco, sin rupturas abruptas, con la alargada sombra de su antecesor -que tendrá un protagonismo destacado en el acto, durante la ofrenda floral, al igual que el resto de expresidentes de la Xunta-. Afina su perfil, su estilo propio, con el que ya ganó las elecciones del 18F.
Las cosas están cambiando con el nuevo presidente, aunque otras se mantienen incólumes, como el mutismo sobre los integrantes de su gobierno, que se conocerán el domingo al mediodía. Cuando accedió a la Presidencia en mayo de 2022 en sustitución de Alberto Núñez Feijóo, Rueda mantuvo al grueso de sus consejeros, haciendo pequeños retoques en los últimos meses, sobrevenidos por el salto de algunos de ellos a las listas del Congreso. Ahora, sin embargo, sí se intuye que remodelará no solo los rostros, sino también las áreas de gestión. A cuentagotas, Rueda ha dejado entrever que habrá una consejería de vivienda -la construcción de más vivienda pública de alquiler es uno de sus grandes compromisos de legislatura- y previsiblemente simplificará otras áreas para facilitar la captación y evaluación de los proyectos industriales, otra de sus obsesiones. Hay una clave en la filosofía de su próximo gobierno: compatibilizar la mera gestión con una apuesta decidida por hacer más política.
Una de estas derivadas será la nueva consejería de cultura y política lingüística, dos campos de marcado carácter identitario. En campaña, el PP detectó que su sensibilidad galleguista se debilitaba, y por ahí podía producirse una fuga hacia el BNG, el gran antagonista político de estos próximos cuatro años. Ahora quieren reforzar una de las señas de identidad de los conservadores gallegos, llevada siempre a gala por Albor, Fraga e incluso Feijóo. Rueda sabe que la 'desgalleguización' del PPdeG iniciaría la cuenta atrás para una eventual derrota electoral. Es, también, una hoja de ruta para combatir el relato nacionalista, que tiene en la lengua y la cultura sus principales campos de batalla. El presidente gallego reafirma su compromiso con el proyecto nacional español, pero sabe que la hegemonía del PP necesita de esa sensibilidad para perdurar.
Nueva estructura de gobierno
Dos son las principales novedades que va a introducir en la estructura de su gobierno, más allá de reordenar consejerías. La primera, una oficina económica que dependerá directamente de la Presidencia, desde la que se coordinará la evolución de los proyectos industriales estratégicos. Desde que sucedió a Feijóo en mayo de 2022, Rueda llevaba buscando un perfil potente, un economista de cabecera que asumiera este encargo. Parece que lo ha encontrado.
Y el segundo hito es la creación de una dirección general de asuntos constitucionales, que ha provocado el sobresalto de la oposición, por interpretarla como un ariete contra el Gobierno central. En su investidura, Rueda censuró estas lecturas interesadas y aclaró que este departamento buscará el desarrollo de nuevas competencias estatutarias, dentro del marco legislativo estatal, al tiempo que defenderá a Galicia del trato desigual que le concede el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Una muestra: Moncloa ha llevado al TC la ley gallega de gestión del litoral por vulnerar competencias estatales y carecer de respaldo en su actual carta autonómica; pero con idéntica redacción en el Estatuto de Gernika, con el País Vasco ha transigido pacíficamente, sin levantar la voz. Rueda está dispuesto a ir al choque. Su lectura es que Sánchez castiga a Galicia por ser la tierra de Feijóo.
De hecho, durante el debate parlamentario de la investidura le tomó la medida al candidato y líder socialista en ciernes, José Ramón Gómez Besteiro. Este, en campaña, prometió una solución acordada con el Gobierno para alcanzar la gratuidad de la AP-9, la autopista que vertebra de norte a sur el Eje Atlántico gallego, desde La Coruña a la frontera portuguesa. Besteiro, además, presumió de su faceta de 'conseguidor' ante Sánchez y sus ministros. Rueda le retó el jueves: «¿Ese compromiso sigue en pie? Si quiere podemos ir el lunes a Moncloa a pedirlo». El flanco de las promesas socialistas, muchas con aquiescencia por parte del Gobierno, va a ser explorado por Rueda para desactivar a un PSOE gallego inmerso en un periodo de transición en el que no se percibe ni su duración ni el destino final.
En el debate, Besteiro estuvo gris, casi plúmbeo, muy alejado de lo que los suyos esperan de él. A la nacionalista Ana Pontón se la vio resignada a un papel de oposición cuando, durante la campaña, casi daba por hecho su llegada a la Presidencia. Y Rueda exhibió su gusto por un discurso pragmático, sin retórica ni literatura, pero duro, afilado, contundente. También en eso se diferencia de Núñez Feijóo. Arranca la legislatura más novedosa de los últimos quince años.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete