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«Me siento mal»: el proceso emocional de quien decide terminar una relación

Poner punto y final a un noviazgo o matrimonio no es fácil para quien es dejado pero tampoco para la persona que toma la decisión

Llevan 35 años casados: esto es lo que nunca hacen para que su relación sea todo un éxito

Ana I. Martínez

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No todas las relaciones tienen éxito. De hecho, en 2022 hubo 81.302 divorcios en España, según el INE. Separarse o divorciarse no es fácil, pues supone un nuevo rumbo de vida entre todos los implicados en el que los sentimientos cobran un papel fundamental.

Y es que cuando se empieza a discutir de manera habitual, los reproches son constantes, se pierde la ilusión o no se disfruta igual del tiempo compartido, es que el amor se desvanece. Y en muchas ocasiones, es un miembro de la pareja el que toma la decisión de poner punto y final a su relación. Esto, sin embargo, no quiere decir que no le duela: tanto uno como el otro experimentan ciertos sentimientos.

«Normalmente, es un dolor diferente», explica a ABC Pilar Conde, psicóloga y directora técnica de Clínicas Origen. «El de quien deja puede llevar acarreado miedo, duda, culpa e inseguridad -prosigue-. También tristeza por lo que ha perdido, en caso de que la persona y la relación hayan sido importantes en su vida».

Aunque siempre se tiende a pensar lo contrario, no solo sufre el que es dejado, también el que deja porque la persona suele ser muy consciente del daño que causa y más cuando la relación ha sido duradera y hay, por ejemplo, hijos de por medio. La psicóloga recuerda que «tomar decisiones que uno cree beneficiosas para uno mismo y que tenga claras, no significa que no haya perdidas, tanto afectivas, sociales, personales, de ocio...».

Por esta razón, es también fundamental que asolen dudas, miedos e incertidumbre. En este momento, la experta aconseja abrazar todas estas incógnitas, analizar la situación y pensar si uno se quiere conformar o valorar lo que tiene.

«Las emociones son necesarias y nos permiten transitar ese período de adaptación hasta llegar a la aceptación. Lo importante es atenderlas, pero no reaccionar de manera impulsiva ante ellas», subraya Conde. «Por ejemplo, si he dejado la relación y me aparecen dudas, no se debe volver a contactar con la pareja para ver si sigue estando ahí... Por lo que algo esencial va a ser comprender y aceptar lo que estamos sintiendo, pero sin dejarnos llevar de manera impulsiva ante las emociones. Otro ejemplo negativo podría ser embarcarse en una nueva relación nada más romper con la anterior para evitar la inseguridad», cuenta.

Saber si ha llegado o no el punto y final para una relación no es fácil. Son muchas las crisis que puede atravesar un matrimonio, hay quienes optan por ir a terapia de pareja... y los meses pasan. «El punto es cuando una o las dos partes no quieren seguir apostando por la relación -subraya la experta-. Las parejas se pueden fortalecer si se pone esfuerzo y dedicación, pero si no hay motivación y deseo de que la relación vaya hacia delante, la terapia no funcionará».

Por ello, es necesario ser sinceros. Y es que aunque en un principio duela mucho, romper con la pareja puede ayudar a aceptar la situación por ambas partes, facilitar el mantenimiento de una relación de otro tipo en el futuro y respetarse a uno mismo y al otro. Sin embargo, si la ruptura se ve envuelta en engaños y manipulaciones, se retrasará el afrontamiento y, aunque mitiga el dolor inicial, dificulta las relaciones a medio y largo plazo.

«Las personas que componen la pareja son las que tiene que tomar la decisión y valorar, sin perder de vista lo que observan en la otra parte, si lo que ven es suficiente para decidir si continuar juntos o no» aunque «la terapia de pareja también puede finalizar en una decisión de ruptura», aclara Conde. «Tomar una decisión de estar características, cuando hay muchas aristas vinculadas, es complicado y no es algo que se tome de un día a otro. La terapia ayuda a saber en qué punto está y ver si realmente la pareja tiene un compromiso de mejora de la relación».

Por todo ello, la psicóloga ofrece los siguientes consejos para que la ruptura sea lo menos lesiva para ambas partes:

1

Claridad

Toca ser honestos y claros en el mensaje.

2

Entendimiento

Hay que entender que la otra persona necesita tiempo para asimilar el cambio, por lo que es probable que busque explicaciones a lo sucedido. Si las hay, será saludable que las conozca. Es el primer paso para la aceptación y, en el caso de que el motivo tenga que ver con que ya no se quiere a esa persona para continuar el proyecto de vida, explicárselo, con cariño pero con firmeza.

3

Comunicación

Disminuir el contacto en la medida de lo posibles hasta que ambos hayan aceptado la situación. Acordar bien los contactos tras las separación, y revisarlos para que ambos puedan aceptar y procesar la ruptura.

4

Titubeos

Aunque tengamos dudas, tras la ruptura, no trasladarlas a la expareja si no tenemos claro que queremos volver.

5

Sentimientos

Permitirnos sentir la tristeza y la pena de la ruptura y las pérdidas asociadas a la misma.

6

Cuidarse

No olvidar nuestro autocuidado. Siempre es positivo continuar con el ocio, las relaciones sociales y todo lo que nos produzca bienestar.

7

Sobreponerse

El tiempo, como se suele decir, lo cura todo. Pero se puede ayudar a superar las secuelas de una ruptura y, si estamos seguros, a retomar la relación.

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