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Debate de investidura

La oposición rechaza la mano tendida de Rueda y le ve sin ambición ni proyecto: «El día de la marmota»

El Grupo Popular les conmina a que «abandonen la cofradía de la santa negatividad», mientras Armando Ojea (DO) critica la falta de menciones a Orense

Rueda garantiza que en Galicia «el bien común no saldrá a subasta» y que hablará «con voz propia» ante el desafío catalán

Ana Pontón, interviene ante los periodistas tras el discurso de investidura del candidato del PP, Alfonso Rueda Álvaro Ballesteros (EP)
Pablo Pazos

Pablo Pazos

SANTIAGO

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El PPdeG, y por extensión la Xunta, han hecho bandera de su carácter previsible, en el buen sentido, el de fiabilidad y ausencia de volantazos. Pero la oposición gallega no se queda atrás. BNG y PSOE reaccionaron al discurso de Alfonso Rueda, con el que abrió este martes el debate de investidura en el Parlamento, como se esperaba. Mostrando su decepción y sin apreciar ni un solo aspecto positivo. Y después está Armando Ojea.

Ana Pontón aseguró hace unos días que escucharía al presidente porque así lo dictan las formas parlamentarias. En el primer tramo, de preámbulo, si escuchaba era mientras no levantaba la vista -de su móvil, papeles, etc-. Después, ya sí, de brazos cruzados, gesto adusto en el córner opuesto al del presidente en funciones. Lo primero que dijo al comparecer después ante la prensa, hasta en dos ocasiones, es que había asistido al «día de la marmota», en alusión a que Rueda no había ofrecido nada nuevo. Para, a continuación, incurrir ella misma en lo que achacaba al líder conservador.

De Rueda opinó que confunde la realidad con la «idílica» que muestra TVG, que no tiene proyecto, que tampoco se ve un «nuevo horizonte», carece de ambición, «decepcionante y preocupante», sin «visión de futuro», viejas ideas. Es un «límite» al desarrollo de Galicia. No confía en el país. Esto se plasma por la nueva estructura del gobierno, que entiende que lo que hace es «esconder» que no va cambiar de políticas, sirve solo para «suplir» la falta de proyecto. Sus cambios serán «cosméticos», de «cromos», pura «rutina».

En cuanto al pacto por la industria y la energía, a la mano tendida, rechazo. La portavoz del Bloque sintió que le instaban a apoyar el «expolio eólico». «UN pacto no puede ser que asumas la posición del PP; no es un pacto, es una rendición», rebatió. «En la práctica», lo propuesto por Rueda implica «bendecir lo que ya está haciendo el PP», y además «unilateralmente» a través de la ley de acompañamiento, sin «diálogo», apostilló.

Para el portavoz del Grupo Socialista, José Ramón Gómez Besteiro, la intervención de hora y media de Rueda resultó «decepcionante», en absoluto «ilusionante», carente de proyectos, «poco ambiciosa». No permite anticipar una acción de gobierno «enriquecedora», ni de «impulso», tampoco muestra una «gran ambición» en términos de «autogobierno». Besteiro, sentado tras el gobierno, escuchó, tomó notas y salió con la sensación de haber salido de un debate sobre el estado de la autonomía, no de investidura. Alberga «pocas esperanzas» de que de esta legislatura salgo una política «diferente» de San Caetano.

Mención aparte a las referencias de Rueda en territorio nacional. Besteiro -en unos días, nuevo secretario general del PSdeG- sacó la cara por su jefe de filas, Pedro Sánchez, se mostró dolido por el «ataque» del titular de la Xunta al Gobierno. Vio a su contrincante «tremendamente hostil». No sólo con Moncloa: con el resto de Administraciones. «Ni una palabra» en clave «local», censuró. Uno de los mantras del socialismo gallego, la presunta desatención a los concellos -que no son del PP, malician-.

Por último, dos pullas: en cuanto a la nueva estructura, para Besteiro se «perdió una gran oportunidad» de implementar auténticos cambios, en lugar de los anunciados, que tildó de «cosméticos», el mismo término que luego empleó Pontón. Los pactos propuestos por Rueda los vio «poco concretos», y además criticó, como también hizo la portavoz del Bloque, el margen que se da a la oposición para hacer aportaciones; como ejemplo, puso la sociedad de recursos naturales. Cierto es que no mostró un rechazo tan frontal.

A ambos dio la réplica el portavoz del Grupo Popular, Alberto Pazos, quien destacó el «talento» de Rueda como lo preponderante, «abierto» y en «búsqueda permanente» de la posibilidad de «pacto». Y a la izquierda, a la que escuchaba en un aparte, atento, un tirón de orejas: «La discrepancia no puede ser aval para el 'no a todo'. Espero que abandonen la cofradía de la santa negatividad».

Y después está Armando Ojea. El discurso de Rueda se le indigestó, le resultó uno de los más «plúmbeos» que había escuchado en los últimos tiempos. Ante todo, lo que le molestó es que el presidente no hiciera menciones a Orense, más allá de la referencia «tangencial» por la candidatura de Ribeira Sacra a Patrimonio de la Humanidad, compartida con Lugo. Intervención peculiar la suya, coronada con su negativa, sui géneris, a desvelar ya su voto el jueves: no va a «bloquear» la investidura, dijo, pero, a renglón seguido, apostillar que tampoco puede. La legislatura promete.

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