El monstruo de colores que ayuda a tus hijos a entender las emociones básicas jugando
El tablero se convierte en una de las mejores herramienta utilizadas alrededor del mundo para trabajar la educación emocional
Anna Llenas, autora de 'El monstruo de colores': «Si no nos comprendernos por dentro, tomamos decisiones al tuntún»

Cuando desde la editorial Devir se pusieron en contacto con Josep Maria Allué y a su socio Dani Gómez, para proponerles crear un juego familiar basado en el archiconocido cuento infantil 'El Monstruo de Colores', de Anna Llenas, no lo dudaron, y pusieron todo su ingenio a trabajar.
Se trataba, explica el primero, docente de profesión, «de poner sobre el tablero una dinámica interesante la conocida historia, basada en el popular personaje del cuento, y conseguir que los jugadores pasaran un buen rato a la vez que aprendían a reconocer sus emociones básicas».
Tenían, pues, un caramelo entre las manos. El libro era ya todo un éxito mundial y el juego, editado en España en 2018, no le va a la zaga. Hasta el momento ha sido vendido en más de 20 países, editado en más de 15 lenguas diferentes, lleva ya unas 300.000 unidades vendidas y un sin fín de premios acumulados, entre ellos, el llamado Oscar de los Juegos de Mesa.
El juego, aseguran ambos creadores, «es una excelente opción educativa para el aprendizaje de los más pequeños. En este caso concreto, resulta ideal para que se expresen abiertamente y compartan tanto sus momentos de alegría o calma como sus instantes de miedo, rabia o tristeza. De esta forma, mientras juegan pueden descubrir que, tal como le pasa al monstruo, las personas también podemos estar confusas sobre cómo nos sentimos».
Conocer las propias emociones y saber gestionarlas es muy importante, reconoce Allué, «porque esto es como la política, o la haces o te la hacen (risas). Esto es lo mismo: puedes dejarte llevar por tus emociones, o ser consciente y gestionarlas». De hecho, apunta este experto creador, «la gestión de las emociones es un conocimiento o una habilidad fundamental en el crecimiento de las personas. Creo que no estamos acostumbrados a hablar sobre nuestros sentimientos, hay una falta de educación emocional total. Como mínimo, no se habla todo lo que se debería».
Tanto la lectura del libro como el juego, asegura Allué, «son dos buenas herramientas a disposición de las familias que, en lugar de tener a cada miembro de la casa en un sofá diferente jugando a un móvil, estarán pasando un tiempo de ocio de calidad compartido juntos alrededor de la mesa. Tiene que haber un momento para todo».
El hecho de reconocer y gestionar emociones, prosigue este maestro de formación y educador social, «es uno de los pilares de la educación y la socialización porque, al fin y al cabo, las emociones determinan nuestro estado de ánimo y las acciones que realizamos. Nos afectan internamente a nuestro ánimo y externamente a la gente que nos rodea con las acciones que realizamos». El conocer las emociones, ser capaces de gestionarlas, añade, «es la base del autocontrol para no dejarse llevar y que ellas no te superen, para no movernos literalmente a impulsos por el último sentimiento que te ha producido algo».
El mensaje que nos llega a los adultos, ejemplifica el coautor del juego, «es que si estás calmado, no estás haciendo nada, que la rabia y el miedo es algo que tenemos que sentir continuamente porque estamos constantemente amenazados por cosas, a la vez que debemos estar obligados a mostrar alegría. Lo llamo alegría de instagram, donde todo el mundo parece estar alegre cuando la realidad es otra. Saber diferenciar entre lo que es real y auténtico de lo que no lo es resulta imprescindible para no ir a remolque de estímulos que son parciales y que corremos el peligro de tomarlos como parciales».
Hay un efecto curioso que siempre detectan en las familias que han jugado a 'El Monstruo de Colores' y es que los niños se sorprenden mucho de que sus padres tengan miedo o tristeza. «Es como si de repente dejan de ser los padres y se humanizan en el mejor sentido de la palabra. Al jugar, se dan cuenta de que los progenitores también pueden sentir tristeza, o tener miedo, entre otros».
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Por todo esto, considera Allué, «conocer y saber gestionar las emociones es la parte más importante del proceso educativo en las primeras edades: Te permite ser consciente de ti mismo y del efecto que tus acciones tiene en los demás. Es fundamental aprender a gestionar todo este torrente de información y de sentimientos para poder desenvolverte de la mejor manera posible para ti y para los demás».
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