El silencio de Valencia
Nadie se da los buenos días. Nadie habla. Nadie tiene ganas de pronunciar tópicos. Nuestras miradas chocan, duras y tristes, cargadas de rabia, y nos entendemos mediante telepatía de pesadumbre

Cuando un jueves te llama un amigo del que nada sabías desde hacía mucho tiempo a las 17.45 y, sin saludar, te suelta con voz rota lo de «¿estás viendo la tele?», captas de inmediato que algo grave sucede. Enchufas el televisor, saltas de ...
Artículo solo para suscriptores
Si ya estás suscrito, inicia sesión
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete