
Estuve loco.
De repente, en mi pecho
tatuada una diana.
Apreté los dientes.
Pasé no sé cuántas noches sin dormir.
Adelgacé adecuadamente.
Tomé drogas.
Unas por prescripción médica.
Otras por mi cuenta y riesgo.
Di que hablar a menganitas y fulanos.
Y a esos confesores ...
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete