Jonathan Majors interpreta a Kang el Conquistador en 'Ant-Man y la Avispa: Quantumanía
Jonathan Majors interpreta a Kang el Conquistador en 'Ant-Man y la Avispa: Quantumanía

Crítica de 'Ant-Man y la Avispa: Quantumanía': Viajeros por el mundo… cuántico

Puro Universo Marvel, es decir, ese lugar en el que no es preciso dar explicaciones de lo que ocurre y mucho menos aún de dónde ocurre, sea el multiverso, el miniverso, el cuántico o el verso suelto

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Puro Universo Marvel, es decir, ese lugar en el que no es preciso dar explicaciones de lo que ocurre y mucho menos aún de dónde ocurre, sea el multiverso, el miniverso, el cuántico o el verso suelto. Y tercera película sobre esta pareja de superhéroes con la facultad de cambiar de tamaño, de lo gigantesco a lo molecular, en lo que tarda en santiguarse un cura loco. Como en las anteriores, parte de la acción se traslada a una escala espacial subatómica, es decir, un mundo microscópico, ilocalizable y al que se accede y del que se sale vaya usted a saber por dónde. Pero esto le da ocasión al director, Peyton Reed, y a su equipo técnico de mostrar ese reino cuántico lleno de oscuridad, batallas y seres inimaginables entre los que un caracol espachurrado sería lo más parecido al ser humano.

Adquiere aquí mucho protagonismo Michelle Pfeiffer y su personaje, Janet van Dyne, y su larguísima estancia accidental en el inframundo. También un villano a tener en cuenta, Kang el Conquistador, interpretado por Jonathan Majors, un actor con cara de buena persona, pero al que el guion obliga a ser un canalla. Ellos dos son los que presionan el argumento para que actúe el cuarteto protagonista, Paul Rudd y Evangeline Lilly, ya muy sueltos en sus trajes de hormiga y avispa; el doctor Hank Pym, que interpreta con cara de científico trastornado Michael Douglas, y Kathryn Newton, como la hija de Ant-Man también con traje de faena.

Y solo se puede hablar bien del entretenimiento, sorpresa visual y ritmo despiadado que ofrece esta película tan hábil para llenar un par de horas con luchas, viajes, acción, tensión…, y sin que apenas necesites saber nada de física cuántica ni por qué o para qué de tantos enredos y afanes. Sabemos que hay que salvar el mundo y sabemos quiénes tienen que salvarlo. No es poco en los tiempos que corren.

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