Premios Goya: aires de igualdad en una noche gélida
La escasez de los anunciados abanicos rojos reivindicativos en la alfombra roja contrastó con el carácter feminista que se quiso dar a la gala

Según los datos que maneja la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA), sólo el 7% de las pelÃculas españolas están dirigidas por mujeres. Los números, que nunca mienten, cantan. Y ayer se quiso poner de manifiesto en la gala de los Goya. La necesidad de aires reivindicativos se desplegó mediante los más de mil abanicos rojos con el lema «Más mujeres» que CIMA repartió entre los asistentes, hombres y mujeres. El éxito en la alfombra roja fue cuestionable y las impulsoras alegaron la descoordinación en la llegada de los invitados. Entre las «portadoras», Penélope Cruz, Carla Simón, Emily Mortimer e Isabel Coixet.
La directora de «La librerÃa», la más reivindicativa en su «outfit» –pulsera, bolso–, dio voz a todas antes de entrar en el auditorio: «No más mujeres para putearlas ni en las brigadas de la limpieza. Más mujeres en el poder, que es lo que hace falta». Sus palabras contrastaron con el que muchos consideraron el patinazo de la noche, de Arturo Valls: «Creo que no es una noche para reivindicar, se deberÃa hablar más de cine y de lo que cuesta producir una pelÃcula, no marear con otros temas». Mareados se quedaron algunos al escucharle.
Momento incómodo
JoaquÃn Reyes y Ernesto Sevilla, presentadores de la gala, lograron el peor arranque de una gala que se recuerda en años, también en lo que a chistes «pseudofeministas» se refiere. «Es muy importante reivindicar ese papel y por eso la gala la presento yo, y mi mujer, porque lo más parecido que tengo a una mujer es JoaquÃn, me aguanta, es más inteligente que yo y cobra la mitad», espetó Sevilla. Una gracia que no tuvo el efecto esperado por la pareja de Chanantes, muy poco cómodos cuando se les saca del humor manchego y sus aledaños. Las risas forzadas de los asistentes dieron paso al momento más incómodo de la noche, cuando Reyes se acercó a la actriz y directora Leticia Dolera con una broma arrojadiza sobre el «mansplaining».
Ella, abanico en mano, tomó nota y contestó, ante la cara lÃvida del presentador: «Os está quedando muy bien la gala. Un campo de nabos feminista precioso». Él tragó saliva y siguió con la gala, sonrisa forzada mediante. Un rato después –largo, que fue como se hizo la gala– Dolera subió al escenario y tiró de Lorca, junto con Paula Ortiz, para dar voz a todas las mujeres, las de entonces y las de ahora: «Nosotras somos la otra mitad, la mitad del mundo... Y la mitad de la imaginación». Ovación cerrada para ellas, encargadas de entregar el Goya a la mejor dirección novel para Carla Simón, que terminó su discurso con un «evidentemente, por favor, más mujeres haciendo cine».
Nora Navas, vicepresidenta de la Academia, no defraudó en su papel institucional. «Derrotando la superioridad de género derrotaremos el monstruo de la violencia contra las mujeres. Y debemos lograrlo todos juntos». Y los abanicos, por primera vez en la gala, llenaron el auditorio de aire reivindicativo. Con el alegato feminista de Pepa Charro, plagado de los números que, decÃamos, nunca mienten, llegó el terremoto (de Alcorcón) de una noche que se aventuraba reivindicativa para las mujeres y terminó coronando a una de ellas: Isabel Coixet.
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