Verónica Echegui

«Las escenas de sexo son tremendas porque la exposición es doble: el desnudo y la del alma»

Verónica Echegui protagoniza junto a Gael García Bernal la mexicana «Me estás matando, Susana», una «tragedia cómica» en la que dos locos juegan, sin quererlo, al tira y afloja en una relación tóxica

Verónica Echegui en «Me estás matando, Susana»
Verónica Echegui en «Me estás matando, Susana»
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La película «Casablanca» hablaba de cómo sacrificar a alguien que quieres, por su bien; «Olvídate de mí», del poder de la memoria; «Los puentes de Madison», de reecontrarse con una pasión perdida. El cine ha tratado el amor de mil formas diferentes, unas más crudas, otras puras utopías. «Me estás matando, Susana», de Roberto Schneider, se baja a la tierra para encarar las dificultades de una relación tóxica, porque en la vida «no todo es blanco o negro».

La española Verónica Echegui da vida al nombre del título, pero es ella la que siente que la atan. Ella y Eligio (Gael García Bernal) «no saben cómo salir de una relación codependiente. Y aunque se quieren, además de amor hay mucho enganche, mucha toxicidad, y no saben enfrentar los problemas reales».

Más que una historia de amor, este filme es el retrato de una persecución, de una necesidad que acucia pero se escapa. Susana se termina yendo de un día para otro a EE.UU., descolocando a su marido, que entre inidelidad e infidelidad creía tenerlo todo controlado. Ante la pérdida, reacciona de forma impulsiva. La busca, y termina encontrándola. «Más que comedia romántica creo que es una tragedia cómica. No es una apología del amor romántico, aunque lo pueda parecer», explica Echegui en una entrevista a ABC.

Atraída por proyectos con «cierto misterio», la actriz española, «visceral», necesita ponerse nerviosa o tener miedo para saber qué le gusta. «Si me impone es que me atrae, porque significa que dudo, que no sé si voy a saber hacerlo», cuenta. Quizás por eso, dispuesta a los retos, la protagonista de «Yo soy Juani» no tuvo problema en hacer frente a una complicada escena de sexo, donde «la exposición más real, la del alma, de abrirte a alguien, era tremenda, por lo que la exhibición era doble». Y por eso también encajó con su compañero de reparto, el ganador del Globo de Oro por «Mozart in the Jungle», un tipo «sin filtros ni tapujos» cuya cercanía mejora el trabajo: «Va muy bien para profundizar en las cosas tener transparencia», asegura la protagonista.

Mientras desenrrolla el engranaje de esta obsesiva historia de amor, «Me estás matando, Susana» aprovecha para soltar migajas en el camino, parches que tapaban el goteo de una relación que necesitaba perderse para encontrarse. «Él es mucho más invasivo, impone, hace y deshace como le da la gana pero luego pretende que ella no lo haga, lo cual es machista hasta la médula. Ella, en cambio, no sabe poner límites, se escapa porque no quiere confrontar porque le da miedo perderle. Y aunque está hasta las narices en muchas cosas, prefiere seguir así a ponerle un fin o cambiarlo y pasar a otra cosa», reflexiona Echegui.

A pesar del tono y estética indie de la cinta, el final es de pura comedia romántica. Pese a la toxicidad, el final del metraje les da una oportunidad de ser felices juntos. «Yo si tengo un problema o me siento en una situación similar a la de ella no puedo continuar, me pongo enferma. Necesito parar, hablar, ubicar las cosas. Pero porque tengo más conciencia. Aun así he estado en esas y entiendo lo que se siente cuando alguien no puede enfrentar un problema por perder a la otra persona, creo que no es algo que nos quede lejos».

Como decía Joaquín Sabina, «amar se llama el juego en el que un par de lcoos juegan a hacerse daño».

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