MasterChef Junior

Ejemplo de compañerismo en «Masterchef Junior»: «Los famosos se pican y los niños vienen a pasárselo bien»

Los jóvenes aspirantes a cocineros demostraron saber comportarse bajo presión y se ayudaron mutuamente en los momentos difíciles

La prueba de exteriores de MasterChef Junior fue esta semana en San Sebastián
La prueba de exteriores de MasterChef Junior fue esta semana en San Sebastián - TVE
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MasterChef Junior comienza un nuevo año rememorando el descubrimiento de América y los productos que proceden de este continente. Antes de ponerse manos a la obra, los pequeños chefs tuvieron que enfrentarse a una prueba que medía sus conocimientos culinarios. Los miembros del jurado les mostraron imágenes de catorce platos típicos del continente homenajeado para que los chiquillos adivinasen su nombre. El ganador de la prueba tendría luego ventajas a lo largo del programa.

En la primera prueba propiamente gastronómica, los aspirantes contaron con cincuenta minutos para elaborar un plato latinoamericano. Ya en esta primera prueba afloraron algunos de los comportamientos que han disgustado a parte de la audiencia. Algunos de los niños se caracterizan por su comportamiento arrogante y chulo, siempre desdiciendo al jurado y llevándoles la contraria. Uno de ellos, Fernando, se mostró muy en desacuerdo con la opinión que el juraod tuvo sobre su plato y se despachó a gusto: «Que digan lo que quieran, yo voy a seguir creyendo que tengo razón. Pase lo que pase, ellos siempre tienen que apostillar».

La prueba más importante de la noche, la de exteriores, fue esta vez en San Sebastian, donde MasterChef Junior cocinó para un cóctel de cien invitados en el Festival Internacional de Cine de la ciudad vasca. En ella tuvieron que preparar los típicos pintxos vascos en equipo y con la ayuda sorpresa de todos los exaspirantes del programa, dos de los cuales tendrían la posibilidad de quedarse. La repesca tensó los ánimos en la prueba y dio lugar a llantos y algún que otro conato de pelea. Los repescados, finalmente, fueron María Arias y Héctor. Las lágrimas son la tónica general del programa, pues los concursantes rompen a llorar a la primera de cambio en cuanto se retrasan en una prueba o algo les sale mal.

A pesar de ello, es admirable ver cómo los niños cooperan y se ayudan entre ellos durante el cocinado, sin caer en piques competitivos, al margen de enfados puntuales. Samantha Vallejo-Nágera, una de las componentes del jurado, destacó hace pocos días en una entrevista la diferencia entre los famosos y los niños: «Los niños vienen a divertirse y los famosos se pican más». Las redes sociales resaltaron en la noche de ayer el ejemplo que estaban dando los niños con su comportamiento.

La prueba consistió en cocinar un menú degustación con seis pintxos vascos, que sirvieron en un cóctel al que asistieron cien invitados, entre productores, directores de cine, actores, actrices y público asistente al festival. Entre ellos, se encontraba el actor Pablo Rivero, Toni en Cuentame cómo pasó; Roberto Leal, presentador de Operación Triunfo 2017 y parte del equipo de la película Handía, como el actor protagonista Eneko Sagardoy.

Para el último reto de la noche, el jurado organizó un clásico: la subasta. Los niños tuvieron que pujar, utilizando como moneda el tiempo que tienen para cocinar, por los distintos alimentos que les ofreció el jurado: patas de gallina, manitas de cerdo, patas de calamar, manitas de cordero o ancas de rana. Saúl Craviotto, ganador de la segunda edición de MasterChef Celebrity, apareció por sorpresa en plató para ayudar a los aspirantes y darles consejos para llegar a ser grandes chefs.

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