El canto de los pájaros que se acercan a los mangles de la ciénaga de Las Quintas despierta a más de uno en el Barrio Chino. Dormitados, se levantan a las 6 de la mañana y salen a las terrazas por inercia, algunos con el plato de comida en la mano, otros con la taza de café, para saludar a los vecinos y verse en el reflejo del agua que cubre sus calles todos los días, desde que viven allí.
No es romántico despertar. Cuando todos los ojos están puestos en las calles inundadas de Bocagrande y Castillogrande, en el Barrio Chino el olor a agua descompuesta de la ciénaga se mezcla con el aroma del desayuno y del café, dando a sus vecinos una constante sensación de náuseas, aunque se hayan acostumbrado al olor, tras varios años conviviendo con el fenómeno.
La marea
El agua de las calles del barrio viene de la ciénaga de Las Quintas, cada vez que sube la marea, se va filtrando a través de los canales de desagüe y cubre más de media cuadra del callejón Romana Guerrero, de Primer y Segundo Bahía, y del callejón Granada. “Aquí no hay hora, depende de la marea. Pero ahora se está llenando desde la madrugada, así que muchos quedan atrapados sin poder salir”, contó Alberto Gutiérrez, quien lleva más de 30 años viviendo en la calle Primer Bahía.
Durante ese tiempo, contó Gutiérrez, le ha tenido que echar cinco placas al piso de su casa, pues así como el agua se mete por la calle, se va filtrando por debajo y causa agrietamientos y humedad.
“Cuando usted ve Bocagrande anegado, puede jurar que el Barrio Chino está el doble de lleno. Si crece la marea y se encuentra con un aguacero, el agua llega por encima de los 20 centímetros”, explicó Oscar Cantillo. Su casa está montada en una base de un metro de alto, y usualmente el agua alcanza el primer escalón, de tres, que tiene la terraza.
Los únicos que ‘disfrutan’ de esos momentos son los niños que, inocentes de la infección que pueden contraer, se tiran a las aguas y nadan a lo largo de las calles.
Las enfermedades
Cuando el agua se va, la calle queda húmeda. Explicaron los vecinos que no hay un día del año en que esté seca, por lo que sobre el cemento de andenes y terrazas permanece una capa verde que algunas mujeres intentan quitar con las escobas cuando ya ha bajado la marea.
“Mire cómo queda esto, yo me ponía a barrer, a escurrir el agua y a lavar, pero hace unos meses me salieron unas bolitas en los pies que me tienen incapacitada”, comentó Norma, esposa de Óscar. A ella la sometieron a una cirugía láser para cauterizar una infección que le surgió en el pie derecho, al parecer por el contacto que tenía con el agua.
Formas de supervivencia
¿Y cómo salen de sus casas si la calle está inundada?, “hacemos ‘caramillo’”, sintetizó Alberto Gutiérrez para resumir que quienes tienen que salir, van saltando de terraza en terraza, agarrándose de las rejas, hasta que encuentran la zona seca, a mitad de cuadra. Esa aventura implica caminar el doble y también que todas las rejas de la calle estén flojas, por lo que cuando arreglan, no solo suben un nivel del piso, sino que ajustan las estructuras.
Han vivido 30 años con el vaivén de la marea, pero ahora les preocupa que la situación se complique. “Tenemos miedo de que nuestras casas se caigan, porque el agua va socavando, cuando por aquí construyen, todo es agua allá abajo y cada vez es más difícil arreglar los daños que surgen”, contó Bonifacio Ávila, quien además está sufriendo porque el agua de mar daña algunas piezas de su carro y tiene que hacerle mantenimiento constantemente.
Esperando una salvación
“Cuando nosotros nos mudamos aquí, no era tanta el agua que se venía para acá, lo que pasa es que esa ciénaga la dragaron y después de eso el agua entra más”, contó Norma, matándose un mosquito que se posó en su pierna. El agua ha traído para estos vecinos más de una plaga: ratas, zancudos e infecciones en la piel se van multiplicando mientras se hunden en el agua.
“La Alcaldía dice que es un problema de la misma naturaleza, otros dicen que la solución es que la gente alce sus casas, pero no tienen en cuenta que cada día esto se pone peor y quedamos más por debajo del mar”, explicó Gerardo Salcedo, vicepresidente de la Junta de Acción Comunal (JAC) del Barrio Chino.
Miguel Salgado, presidente de la JAC, aseguró que en una ocasión consultaron con expertos que dicen que la solución es un sistema de motobombas que devuelvan el agua de la ciénaga inmediatamente va entrando al canal. Este sería el segundo intento por evitar el ingreso del agua pues hace unos años se instaló un sistema de válvulas que según los vecinos, nunca funcionó pues aunque se cerraban las compuertas, el agua se filtraba.
Tantos intentos han dejado a los habitantes del Barrio Chino con la desesperanza de quien se acostumbra a vivir entre lo seco y lo mojado. Sentado en una terraza mirando la calle que se iba llenando poco a poco, Alberto Gutiérrez expresó el sentido de su resignación: “el día que esta calle esté seca, es porque el Barrio Chino se fue de aquí”.
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